El grito es un colectivo, siempre abierto. En cada proyecto intervienen varias personas, la publicación, distribución y exhibición de su trabajo es posible gracias a múltiples colaboraciones.

El grito es un punto de encuentro. Hay un antes en el que confluyen lecturas, debates, acciones, trabajo, compromiso y un después dónde las piezas se exhiben cuerpo a cuerpo, en casas particulares, en universidades, centros sociales, lugares de ocio, salas de exposiciones, publicaciones,…

El grito es una metáfora cargada de intención. Son los gritos de la humanidad los que nos inspiran, gritos sordos para muchos que necesitan del arte (y no sólo) para hacerse oír.

El grito es un proyecto siempre nuevo. Ya son centenares de exposiciones y experiencias pero no hacemos un listado de méritos ni buscamos premios o reconocimiento. No queremos acostumbrarnos, cada día hay que comenzar de nuevo.